Así pues, se empezaba con el arado para voltear la tierra, la rastra para romper los terrones de tierra (recordemos que en Campos es tierra de call vermell), el cultivador o sembradora y finalmente se pasaba un cilindro para alisar (primero de piedra u hormigón hasta llegar a los metálicos que manejan hoy día los tractores). El cultivo por excelencia de secano era, y sigue siendo, el cereal (avena, trigo y cebada, básicamente).
Si la demanda de los animales de la finca lo requería, una parte se utilizaba como forraje en su alimentación. Llegados a finales de primavera, empezaba la siega del cereal para su henificado. Se destinaba una parte muy importante a tal fin, práctica que aún perdura y sigue siendo básica en la dieta de los animales por las posibilidades de almacenamiento que presenta. El resto era y sigue siendo destinado a la producción de grano y se cosecha. Antes de aparecer ingenios como la máquina de segar de tracción animal, se segaba a mano con la hoz y la guadaña, una labor propia de finales de junio.
En ese momento, se cogía en gavillas (garbes) y se transportaba mediante carros a la era, un espacio de forma circular, de unos quince metros de diámetro, con el suelo bien compactado. Allí, con la ayuda del equino disponible en la finca, se trillaba haciendo girar en redondo al animal tirando del trillo (carretó), hasta dejar bien desgranado el cereal. Finalmente se aventaba para separar el grano de la paja, se recogía, se dejaba secar unos días al sol y se guardaba en los graneros, habitualmente ubicados en el interior de la casa y a ser posible en un piso superior.

Cortado el cereal, crecían y florecían las alcaparras (tapereres) en los mismos campos de secano, que también albergaban almendros. Este era un claro ejemplo del saber hacer y del conocimiento tradicional, al conseguir tres cosechas diferentes con este aprovechamiento rotacional y espacial de una misma parcela. Con posterioridad, con la llegada del estío, se recogían también frutos. Por ejemplo, los albaricoques, que se abrían y dejaban secar al sol en los sequers. Este proceso empleaba a mucha mano de obra temporal, especialmente femenina además de los más jóvenes en periodo escolar vacacional.
Pasadas las fiestas patronales de la Mare de Déu d’Agost, el 15 de agosto, se empezaba con la recolección de las almendras. Acto seguido, se continuaba con la recolección de las algarrobas y los higos, que finalizaba a mediados de septiembre.