En Mallorca en general y en Campos en particular existe una estrecha relación entre el ciclo agrícola anual y las fiestas populares. Al mismo tiempo es muy difícil desvincularlo de las fiestas religiosas.

Así, se puede decir que la temporada agrícola en el calendario se iniciaba el 29 de septiembre, día de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel. En esta fecha se iniciaban los contratos de arrendamiento y aparcería de las fincas agrícola-ganaderas en Campos. Dado que se iniciaban oficialmente nuevas explotaciones y cambiaban de titulares otras, se generaban unos días de mucho trasiego de animales y enseres que culminaban el 29 de septiembre.

Esta era la fecha elegida porque la temporada de lluvias estaba por comenzar y apremiaba empezar con las labores de arado y preparación de las tierras para la siembra. Máxime teniendo en cuenta que, en el sur de la isla y en las regiones de clima mediterráneo en general, se cuenta solo con una temporada agrícola con régimen de lluvias provechosas.

Establecido el regadío en las fincas de Campos y una ganadería potente, este problema pasó a un segundo plano, pero aún así existían los cultivos de temporada invernal (alfalfa de invierno, pasto o coliflor) y estival (maíz, cañamiel o girasol), destinados a la alimentación animal. Como en la mayoría de fincas el regadío no alcanzaba al total de las hectáreas con las que se contaban, era también importante y necesaria la producción aportada por las tierras de secano.

En este apartado nos vamos a centrar en la siembra invernal de secano y en la maquinaria utilizada. Inicialmente se usaban animales de tiro, primero bueyes, después burros y mulos y finalmente caballos percherones. Con la llegada de los tractores básicamente se siguió el mismo patrón, sólo que con mayor potencia de tiro. Nuevas herramientas e implementos ayudaron en la automatización de los procesos (empacadoras, remolques autocargadores, etc.), además de nuevas máquinas como las cosechadoras que revolucionaron la forma de cosechar el grano.

Así pues, se empezaba con el arado para voltear la tierra, la rastra para romper los terrones de tierra (recordemos que en Campos es tierra de call vermell), el cultivador o sembradora y finalmente se pasaba un cilindro para alisar (primero de piedra u hormigón hasta llegar a los metálicos que manejan hoy día los tractores). El cultivo por excelencia de secano era, y sigue siendo, el cereal (avena, trigo y cebada, básicamente).

Si la demanda de los animales de la finca lo requería, una parte se utilizaba como forraje en su alimentación. Llegados a finales de primavera, empezaba la siega del cereal para su henificado. Se destinaba una parte muy importante a tal fin, práctica que aún perdura y sigue siendo básica en la dieta de los animales por las posibilidades de almacenamiento que presenta. El resto era y sigue siendo destinado a la producción de grano y se cosecha. Antes de aparecer ingenios como la máquina de segar de tracción animal, se segaba a mano con la hoz y la guadaña, una labor propia  de finales de junio.

En ese momento, se cogía en gavillas (garbes) y se transportaba mediante carros a la era, un espacio de forma circular, de unos quince metros de diámetro, con el suelo bien compactado. Allí, con la ayuda del equino disponible en la finca, se trillaba haciendo girar en redondo al animal tirando del trillo (carretó), hasta dejar bien desgranado el cereal. Finalmente se aventaba para separar el grano de la paja, se recogía, se dejaba secar unos días al sol y se guardaba en los graneros, habitualmente ubicados en el interior de la casa y a ser posible en un piso superior.

Cortado el cereal, crecían y florecían las alcaparras (tapereres) en los mismos campos de secano, que también albergaban almendros. Este era un claro ejemplo del saber hacer y del conocimiento tradicional, al conseguir tres cosechas diferentes con este aprovechamiento rotacional y espacial de una misma parcela. Con posterioridad, con la llegada del estío, se recogían también frutos. Por ejemplo, los albaricoques, que se abrían y dejaban secar al sol en los sequers. Este proceso empleaba a mucha mano de obra temporal, especialmente femenina además de los más jóvenes en periodo escolar vacacional.

Pasadas las fiestas patronales de la Mare de Déu d’Agost, el 15 de agosto, se empezaba con la recolección de las almendras. Acto seguido, se continuaba con la recolección de las algarrobas y los higos, que finalizaba a mediados de septiembre.