El vino y la matanza

Si hay dos tradiciones que han permanecido arraigadas en el imaginario colectivo de un pueblo como Campos, estas han sido la elaboración del vino y la matanza del cerdo. En ambos casos, servían de pretexto para juntarse las familias y los vecinos, siendo sumamente importantes para la economía local, ya que las familias eran autosuficientes gracias a los productos derivados de ambas prácticas, especialmente en lo que se refiere a la matanza del cerdo. En el caso del vino, fue en la época de ocupación romana cuando se introdujo la viña y se desarrolló su cultivo en Mallorca.

La producción de vino y su consumo sobrevivieron a la conquista musulmana y se revitalizó posteriormente en 1229 con la reconquista de Jaume I, siendo Campos uno de los principales productores. Entre los siglos XIV y XVIII, la producción de vino campanero fue próspera y la actividad vitivinícola se convirtió en una actividad fundamental en Campos. A finales del siglo XIX, concretamente en el año 1891, llegó un punto de inflexión con la plaga de la filoxera, que provocó un efecto fulminante para las viñas de Mallorca e hizo que se sustituyeran en Campos por almendros y algarrobos.

La matanza del cerdo, por su parte, es una de las tradiciones rurales más arraigadas no sólo en Campos, sino en toda Mallorca, que se remonta muchos siglos atrás. Hasta hace bien poco se realizaban para garantizar la alimentación de las familias de todo el pueblo. La matanza era sinónimo de fiesta, las familias se reunían desde muy temprana hora de la mañana, en un ritual que duraba toda la jornada, para sacrificar un cerdo que habían engordado personalmente a base de harina de cebada, higos (de cristià), boniatos e higos chumbos (de moro). Cada persona tenía una tarea encomendada. Los hombres se encargan del sacrificio y posterior pelaje del animal con agua hirviendo. Después procedían a descuartizar (desxuar) el cerdo, seleccionando cada pieza para su elaboración más conveniente. Así, la panceta y carne magra se destinaba para la elaboración de la sobrassada, las vísceras para los botifarrons, camaiots i bisbe, los cortes sobre la espalda para la elaboración de la manteca (saïm) y los huesos del espinazo y costillar troceados, al igual  que los pies y la grupa (carassa), se salaban y se metían en una tinaja (alfàbia), para cocinar hervidos a lo largo del invierno (el bullit d’ossos plato que se acompaña con verduras también hervidas).

5 matances1Por norma general, eran las mujeres las que se encargaban de limpiar y coser las tripas  (budells), que eran utilizadas para relleno de los diferentes embutidos, cocer la sangre (tarea encomendada a la abuela) y ayudar a la dueña de la casa a preparar la comida. Esta se iniciaba con el desayuno (berenar) de la típica fritura de verduras y visceras (frit de matances) y culminaba con el arroz especial de ese día (arroç de matances), además de un guiso (aguiat de matances) en muchos casos, en lo que era la comida/cena que reunía en torno a la mesa a todos los participantes en el evento (matancers). También solían estar presentes diferentes invitados por  compromiso de la familia anfitriona.

El animal era sacrificado sobre una banqueta especial de acebuche y, como ya es sabido, se aprovechaba todo. Para elaborar las famosas sobrasadas, por ejemplo, la carne se tritura de forma muy fina, se deposita en un recipiente cerámico y se le añaden las especias: el pimentón dulce de color rojo, el pimentón picante y la sal. La pasta es removida con las manos, hasta que el pimentón y la sal han quedado bien mezclados. Luego se rellenan y cosen las tripas, en otro de los momentos importantes de la jornada, en la que participan conjuntamente todas las personas (els matancers), que culmina con el cuelgue de las diferentes piezas en la pértiga (perxa) habilitada en la zona destinada a despensa (rebost), espacio que es muy importante tenga una buena ventilación natural que permita un buen secado y curado de las mismas.

Los “botifarrons” y “camaiots”, otros dos embutidos típicos de Mallorca, se elaboran de forma diferente ya que al contener parte de las vísceras y sangre del cerdo estos se cuecen, dejándolos en agua hirviendo durante cerca de una hora (en el caso de los botifarrons) y alrededor de tres horas (los camaiots).