Haciendo un rápido repaso de la historia reciente y no tan reciente de Campos, nos encontramos con un municipio que no ha seguido los mismos patrones de desarrollo que la mayoría de localidades de Mallorca con costa. Campos siempre ha sido un pueblo mayoritariamente agrícola y ganadero, en donde los campos de cultivo producían en mayor cantidad gracias a la abundancia de agua en el subsuelo. Una circunstancia que se dio en mayor medida con respecto a otros municipios del Pla de Mallorca gracias a la poca profundidad de los acuíferos del municipio de Campos.

Ecomuseo Son LladóLas norias  y los molinos de viento para la extracción de agua permitieron desarrollar una agricultura de regadío con explotaciones ganaderas anexas que fueron ganando paulatina importancia al permitir abundante pasto para las vacas o las ovelles rojes mallorquines productoras de leche, símbolos del municipio  durante décadas. Esta riqueza agraria y ganadera hizo que la gente de Campos, a diferencia del fenómeno pujante que experimentaron otros pueblos desde la década de los 60, no tuviesen demasiada prisa por adaptar su municipio a las demandas turísticas. Esta es una de las razones por las que la costa de Campos es una de las mejor conservadas de la isla, aunque también ha sido fruto de diferentes conflictos sociales, enfrentando a una parte de la sociedad y a sectores ecologistas que han defendido su conservación con otra parte de la población, frustrada ante el menor desarrollo turístico.

Con el impulso del combustibles diesel primero y de las soluciones eléctricas después, la extracción de agua se llegó a multiplicar por tres y hasta cuatro. La sobreexplotación de los acuíferos desembocó en una intrusión marina con la consecuente salinización de los mismos. Con estas circunstancias, la falta de rentabilidad y el resto de procesos típicos en cualquier zona rural en las últimas décadas, ligados al progresivo despoblamiento, al éxodo rural y a la consecuente ruptura del tejido social y productivo, la situación en Campos cambió drásticamente. La tendencia desde entonces ha sido clara: poco a poco ha ido desapareciendo la agricultura de regadío, por otra parte la única que puede tener un futuro rentable en la cuenca mediterránea. Con ella, las posibilidades de crecimiento y de desarrollo rural en el municipio se han diezmado.