Haciendo un rápido repaso de la historia reciente y no tan reciente de Campos, nos encontramos con un municipio que no ha seguido los mismos patrones de desarrollo que la mayoría de localidades de Mallorca con costa. Campos siempre ha sido un pueblo mayoritariamente agrícola y ganadero, en donde los campos de cultivo producían en mayor cantidad gracias a la abundancia de agua en el subsuelo. Una circunstancia que se dio en mayor medida con respecto a otros municipios del Pla de Mallorca, gracias a la poca profundidad de los acuíferos del municipio de Campos.

Las norias  y los molinos de viento para la extracción de agua permitieron desarrollar una agricultura de regadío, con explotaciones ganaderas anexas que fueron ganando paulatina importancia al permitir abundante pasto para las vacas o las ovelles rojes mallorquines productoras de leche, símbolos del municipio  durante décadas. Esta riqueza agraria y ganadera hizo que la gente de Campos, a diferencia del fenómeno pujante que experimentaron otros pueblos desde la década de los 60, no tuviese demasiada prisa por adaptar su municipio a las demandas turísticas. Esta es una de las razones por las que la costa de Campos es una de las mejor conservadas de la isla, aunque también ha sido fruto de diferentes conflictos sociales, enfrentando a una parte de la sociedad y a sectores ecologistas que han defendido su conservación con otra parte de la población, frustrada ante el menor desarrollo turístico.

La tendencia desde el punto de inflexión histórico que supuso la salinización de los acuíferos de agua, debido a la mecanización y sobreexplotación de los mismos, ha sido clara. Poco a poco ha ido desapareciendo la agricultura de regadío, por otra parte la única que puede tener un futuro rentable en la cuenca mediterránea. Con ella, las posibilidades de un desarrollo rural en torno al sector primario en el municipio se han diezmado, provocando un paulatino trasvase de población activa al sector servicios.

foravilaEn el Campos de las décadas de los 60 y 70 todo el protagonismo lo acaparaba el foravila, que generaba riqueza para el conjunto de la población gracias a la economía agrícola-ganadera. Julià Porquer en su publicación Foravila temps enrera” (año 2014, en colaboración con la asociación cultural Recordarem els 50’ 60’ 70’), relacionan y ubican geográficamente 519 explotaciones agrícola-ganaderas en Campos. Se incluyen tanto los huertos y pequeñas explotaciones familiares, como las grandes possessions del término. Esto da una idea del número de personas que vivían en el campo, ya que en casi todas las fincas se disponía de vivienda por efectos prácticos, al contar con animales en producción que obligaba a su cuidado diario.

Antiguamente, las visitas al pueblo se realizaban en contadas ocasiones y para trabajos o eventos muy específicos, transitando por caminos de tierra y en bicicleta o con tracción animal. La vida social era más bien escasa.

Con la pujanza del sector ganadero y la llegada de la automoción, se invirtió en la creación de una red viaria, que acercó a las personase e hizo experimentar un auge económico sin precedentes. Aparecieron las primeras fabricas y centrales lecheras (cuatro unidades), las fabricas de embutidos y conservas (tres unidades), comerciantes de ganado, productos secos, alcaparras y albaricoques, para dar salida industrial a esta producción. Florecieron todo tipo de pequeños comercios de explotación familiar, para atender las demandas de la población local.

A los primeros “picadors” para la excavación de los pozos, herreros, carpinteros o albañiles y demás artesanos, se les unieron nuevas profesiones como veterinarios, mecánicos, electricistas o transportistas.  Gracias a todo este proceso, se pasó a realizar las tareas agrícolas y ganaderas de forma mecanizada, con tractores cada vez más potentes y sofisticados, junto con máquinas de ordeño primero y salas de ordeño después, para poder extraer la leche en tiempo record. La industrialización del campo no paraba y, en ese contexto, la dependencia de los combustibles fósiles se convertió en un arma de doble filo.