Un recorrido por la historia de Campos
A la hora de montar una huerta, el primer paso consiste siempre en la ubicación del terreno y la preparación del suelo. El espacio destinado a los cultivos, la rotación de los mismos, el abonado y arado previo y demás labores de planificación, son fundamentales para el éxito del mismo. En nuestra zona se trabaja la huerta en dos temporadas.
Particularmente hablando de un municipio como Campos, en donde está ubicado el Ecomuseo Etnográfico del Patrimonio Rural de Campos, con una pluviometría anual de apenas 300 mm., la disponibilidad de agua dulce en su subsuelo fue de una importancia capital para la riqueza agrícola y ganadera que se generó en el pasado.
Para presentar los molinos de viento de Campos, hemos de empezar diferenciando los molinos para moler grano y fabricar harina (“molins de Vent”), de los destinados a extraer agua de un pozo (“molins de Ramell”). En este sentido, históricamente en Campos hubo 33 molinos destinados a moler grano.
El agua se había convertido en un elemento imprescindible para las explotaciones agrícola-ganaderas del municipio como Campos. Como no bastaba la que provenía de la lluvia, pero se disponía de agua en el subsuelo, se construían pozos para su extracción y así poder aumentar la producción de las fincas.
Si hay dos tradiciones que han permanecido arraigadas en el imaginario colectivo de un pueblo como Campos, estas han sido la elaboración del vino y la matanza del cerdo. En ambos casos, servían de pretexto para juntarse las familias y los vecinos, siendo sumamente importantes para la economía local y familiar.
En Mallorca en general y en Campos en particular existe una estrecha relación entre el ciclo agrícola anual y las fiestas populares. Al mismo tiempo es muy difícil desvincularlo de las fiestas religiosas. Así, la temporada agrícola en el calendario se iniciaba el 29 de septiembre, día de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel.
La posibilidad de explotar las fincas en Campos en un sistema de regadío marcó el inicio de un nuevo tipo de explotación agrícola-ganadera, en la que además de la huerta se podía disponer de mayor número de animales de granja. Las vacas lecheras, que habían tenido una presencia testimonial, empezaron a aparecer a pequeña escala.
El pagès o foraviler, que es como se denomina en Campos a la persona que trabaja la tierra y vive normalmente en la explotación, fuera de la villa, es el antiguo oficio relacionado por excelencia. Los métodos de trabajo de la tierra y crianza de animales nada tienen que ver, en la actualidad, a como se hacían antiguamente.
Haciendo un rápido repaso de la historia reciente y no tan reciente de Campos, nos encontramos con un municipio que no ha seguido los mismos patrones de desarrollo que la mayoría de localidades de Mallorca con costa. Siempre ha sido un pueblo mayoritariamente agrícola, en donde los campos de cultivo producían en mayor cantidad gracias a la abundancia de agua.
Campos ha vivido una considerable evolución en las últimas décadas, fruto del ya mencionado abandono de actividades productivas vinculadas al sector primario y de la adaptación, tardía pero igual de incipiente, del municipio y sus recursos a las demandas del turismo. La pujanza económica de las gentes del campo condicionó mucho la vida campanera.
La actividad agrícola-ganadera en la finca Son Lladó es una área productiva más de la misma. El objetivo es dar visibilidad a una serie de recursos y métodos tradicionales de gestión, a través de la actividad turística que también se desarrolla en la finca. Estos recursos son puestos en valor de forma natural, permitiendo que el visitante se integre en ellos y los conozca.
Si la permacultura trabaja en el diseño de espacios y hábitats humanos sostenibles, junto con sistemas agroculturales que imiten las relaciones y los patrones de la naturaleza, los bosques comestibles probablemente supongan todo un modelo de gestión en este sentido. Con un adecuado diseño, adaptado a las condiciones del entorno en donde esté ubicado.